Apropiación y Conocimiento

A propósito de un intercambio de e-mails en la desaparecida lista de correo [argentinaposible]

Advertencia necesaria:
La idea de estos textos apareció a partir de un debate ví­a correo electrónico. Solamente aspira a promover un tema al que muchas veces aludimos y no siempre abordamos como objeto de reflexión.

ver también Una experiencia de abordaje multidimensional

La sentencia de André Guide, cayó un dí­a sobre el ruedo: Un buen maestro tiene siempre la preocupación de enseñar a prescindir de él.

Alicia, agregó: se me ocurre relacionarla con la de un padre (ni bueno, ni malo, fallado como toda función) aquel que arranca a un pichón de los brazos maternos cuando aún no vuela por sus medios, para que aprenda a hacerlo.

Asociando libremente, podrí­a decirse que es válido relacionar la función del padre propiciador con la del analista. Y también lo es asociar la relación educador-educando con la relación padre-hijo (en sentido genérico y no del padre varón).

El hijo aprende del padre cuando éste ocupa el lugar del saber (J. Lacan lo expresa con el sintagma: sujeto supuesto al saber, que podría traducirse ”en su versión simple” como alguien de quien los demás suponen que sabe / J. A. Miller- 1999).

Desde la perspectiva de la apropiación del conocimiento, podemos decir que no es posible verificar tal apropiación, cuando no existe un sujeto supuesto al saber. Dicho en otros términos, solamente podemos aprender de alguien a quien previamente le suponemos ser depositario de un saber que no tenemos.

El psicoanáisis hace —además— una interesante distinción entre el discurso del analista (el padre propiciador, el maestro, etc.) en contraposición con el discurso del Amo (en un sentido, aquel que no da un saber que tiene, y en cambio, lo utiliza como instrumento de poder).

Para la teorí­a psicoanalí­tica, el saber aparece, se construye, a partir del trabajo del analizante que habla y —lenguaje mediante— deja que el inconsciente se exprese. El analista, a la manera de un ISP (internet service provider) con sus intervenciones / interpretaciones (J. A. Miller/1999) permite que el analizante vaya construyendo el saber acerca de si mismo.

Este saber propio del inconsciente, es el que está relacionado con la verdad. Esta verdad para el psicoanálisis, tiene siempre un carácter fugaz: Aparece como producto de un cambio de posición del sujeto hablante. Casi como una revelación. Nunca es una fuente, un abrevadero al que se accede por un camino determinado, sino el producto de un proceso de construcción.

La fugacidad está dada por la incorporación de ese nuevo saber al mundo significativo del sujeto. O para decirlo en términos de paradigmas: Aparece como el producto del acceso a un nivel diferente de pensamiento y ya no es posible volver a pensar como antes. Imposible volver a ser el mismo cuando se ha rozado alguna de estas cimas del conocimiento. El niño que descubre que los reyes son los padres, abandona esa creencia y no puede volver a ubicarla en su mundo de significantes nunca más del mismo modo. La desecha —en el estricto sentido del término— a la manera de lo que se deja de lado porque ya no tiene utilidad alguna.

Ningún otro discurso  — dice Jacques-Alain Miller — mezcla verdad con saber. Esto incluye el discurso del amo, y el discurso universitario, donde el saber se relaciona con el poder (porque se descontextualiza y permite que sea acumulado /J.A.Miller/1999).

[…] los sujetos que adhieren a la universidad, no quieren lo que el analista hace con el saber, les disgusta. (…) En la universidad se trata de afirmarse mediante un planteamiento, una tesis, resultado de largos trabajos, también es necesario caerle bien al profesor y afrontar las agresiones que existen en la universidad. No hay buen examen de tesis sin la agresión de los pares, antes de felicitar al herido… Y ven que en análisis se maniobra un saber escondido bajo un velo (J.A.Miller/1999).

Para la fí­sica, por ejemplo, la idea de verdad es significativamente distinta: Algo es verdad si puede ser expresado en una formulación matemática y además puede ser observado en el campo o en el laboratorio. En el terreno de las especulaciones matemático-astronómicas, por ejemplo, la idea de un cuerpo celeste que tenga una órbita parabólica y vaya desde [más infinito] a [menos infinito], es matemáticamente posible, pero no es verdad, en tanto no se ha podido visualizar semejante cuerpo celeste. Si apareciera, estarí­amos ante la caí­da del concepto de infinito: tal como lo conocemos, no puede tener signos, porque esa serí­a una evidencia de su finitud, y por lo tanto un imposible lógico.

Esta idea de verdad en las ciencias duras, donde el carácter de ésta no puede ser sino palmario y acumulativo, en oposición al concepto de verdad fugaz que maneja el psicoanálisis, puede relacionarse con el saber universitario donde está claramente expuesta la relación del saber con el poder y (para decirlo en términos del pensamiento de Jacques Lacan) con el discurso del Amo.

Dicho de otra manera —y dando un gran salto — tenemos una idea de verdad que nos permite saber acerca de nosotros y comprender mejor el mundo en el que vivimos a partir de mejorar la calidad de nuestra comprensión y, contrapuesta a ella, una idea de verdad que nos habla de lo que sucede en el afuera. Tanto sea porque nos revela el comportamiento del mundo macro como del mundo micro, del mundo que se manifiesta explí­citamente frente a nuestros ojos, como de aquel que lo hace en forma solapada, ya sea porque sucede con unos ritmos que impiden nuestra percepción directa de los procesos (la aparición de un brote, la erosión), o porque solamente percibimos sus consecuencias (el sonido, por ejemplo, es el resultado de una perturbación en un medio determinado —por ejemplo el aire—, una radiografí­a es el resultado de la exposición de una pelí­cula sensible a una radiación de rayos X en la que se interpone un cuerpo opaco. Pero no vemos ni las perturbaciones del aire ni los rayos X).

En algún sentido, el universo del conocimiento puede asimilarse con el espectro electromagnético (las ondas más comunes que existen en la Naturaleza):
Entre las longitudes de onda que van desde valores inferiores a 10 a la potencia (-5) milimicras hasta 10 a la potencia (16) milimicras (diez mil km) se ubican los rayos gamma, los rayos X, la luz ultravioleta, la luz visible, las ondas infrarrojas, las ondas cortas de radio y las ondas largas de radio. En todo el espectro, solamente una ínfima porción corresponde a la luz visible. Pero la puerta de entrada a todo lo que vemos, es esta pequeísima porción del espectro.

Actualmente no existe interrupción en el espectro electromagnético y pueden producirse y estudiarse todas las frecuencias, desde los rayos gamma en un extremo del espectro, hasta las ondas de radio en el otro. Cada parte del espectro se solapa con las partes contiguas en ambos extremos, tanto para las longitudes de onda cortas como largas; (…) No pueden trazarse divisiones precisas entre las diversas partes del espectro, que son análogas en cuanto a su naturaleza fundamental y sólo difieren en la longitud de onda o frecuencia. (Francis W. Sears/Fundamentos de Fí­sica III / Optica).

No hay saberes menores. Y no hay saberes que no ofrezcan zonas contiguas con otros. Tal como en la metáfora del espectro electromagnético, aún cuando juntáramos todos los saberes que tenemos como especie, el resultado seguirí­a siendo insignificante frente a lo que no sabemos.

Todo es conocimiento

Aunque con trazo grueso, vemos que no todo saber está relacionado con el poder ni toda verdad es la verdad del inconsciente que se revela para el que habla en una sesión de análisis. Aún más: No todo el proceso de construcción de conocimiento tiene el mismo desarrollo.

Sin embargo, todo es conocimiento y es indiscutible que la tecnologí­a ha contribui­do decisivamente en la producción de una verdadera explosión del conocimiento en las más diversas áreas.

(…) El investigador José Joaquí­n Brunner señaló en un artí­culo reciente que la bibliometrí­a distingue hoy 37 mil áreas especializadas en la actividad científica. Y que América latina sólo está representada en el 17% de esas 37 mil áreas. Constata también que de 1960 a 1980 la producción en historia supera la producción que hubo desde los griegos hasta el siglo XX. En matemática, se producen 200 mil nuevos teoremas anuales. Es un conocimiento obviamente inabarcable por una sola institución. Muchas veces las universidades responden a esto especializándose, abandonando o cediendo parte de ese papel universal y recortando su función. Eso repercute en una proliferación sin límite de instituciones universitarias, donde hay una cadena de especializaciones que pueden llevar a absurdos en cuanto a carreras ofertadas, porque son ultraespecializadas o incluso distan mucho de ser cientí­ficas.
Francisco Naishtat, filósofo / La universidad no debe quedar en manos del mercado /Clarí­n /Domingo 3 de setiembre de 2000

 

(…) La profusión de información y conocimiento en la llamada Sociedad de la Información incorpora el principio de incertidumbre de Heisenberg. La acumulación de puntos de vista sobre lo que acontece, la interacción con lo que acontece introduce, inevitablemente, algún cambio sobre las propiedades del acontecimiento. Asimov lo explicaba diciendo: supongamos, por ejemplo, que queremos medir la temperatura del agua caliente. Metemos un termómetro y medimos la temperatura del agua. Pero el termómetro está frí­o y la temperatura del termómetro enfrí­a aunque sólo sea un poco, el agua. Lo que obtenemos es una buena aproximación de la temperatura real del agua pero no exactamente la temperatura del agua.

El principio de incertidumbre es de importancia capital cuando nos referimos a la física de partículas o subatómica pero no tanto cuando se trata de la historia y sus efectos a escala a humana. (Antonio Yuste/2000)

 

(…) el hecho de que existan niveles de comprensión, distintas significaciones, ya es el sujeto supuesto saber mismo. Con esa expresión ya tenemos la impresión de una profundidad semántica. Es decir que la significación, lo significado, no es una entidad puntual, superficial; la significación no se extiende bajo la mirada transparente, sino que tiene opacidad, niveles, ofrece facetas, se presta a distintas perspectivas (J. A. Miller /1999).


Desde la perspectiva epistemológica, la cuestión es pensar qué conocimiento nos sirve, en términos de construcción de verdad, de construcción de significantes, para avanzar hacia una situación de mayor equilibrio en todos los órdenes. Si el conocimiento nos ha permitido, como especie, pasar del garrote al mouse, será cuestión de interrogarlo acerca de éstas y otras posibilidades de mejoramiento.

Está claro que el conocimiento es una cosa y el uso que se haga de él es otra.

Desde esta visión, y pensando que de todas maneras el conocimiento disponible ya no tiene escala humana, vale la pena preguntarse de qué se trata la verdad que manejamos en forma cotidiana.

Si el conocimiento es una construcción y toda construcción alude a un proceso, ¿cuándo una verdad está suficientemente apoyada o una afirmación está documentada satisfactoriamente?

Los medios masivos cumplen una inequí­voca función, en este sentido: son los encargados de plantar en la sociedad bolsones de conocimiento dogmático, falso, en muchos casos, haciendo uso del discurso que conviene al poder. La repetición del mensaje apunta a saciar, estrangulando el horizonte de interés.

A nivel mundial, algunos de los ejemplos más escandalosos lo constituyen la promoción de la idea de que paí­ses como Granada o Cuba, constituyen o constituyeron una amenaza para la seguridad mundial. En nuestro paí­s, las campañas que aseguraban que el «efecto derrame» iba a hacer estallar la economí­a productiva o que las privatizaciones de los Servicios Públicos se hací­an para bajar la Deuda Externa, a la luz clara y simple de los resultados no pueden entenderse como equí­vocos o errores de diagnóstico, sino como el uso y manipulación de cierto tipo de conocimiento, al servicio de los intereses del poder.

Entonces, la pregunta referida al conocimiento que manejamos cotidianamente ¿cuánto es suficiente? adquiere especial pertinencia cuando se refiere a una búsqueda de información en Internet. Por su naturaleza, Internet ha permitido el desarrollo de redes alternativas de generación y circulación de información. ¿Por qué no podrí­a favorecer/generar un uso alternativo del conocimiento?

(…) actualmente se interroga la enciclopedia mediante la computadora, mediante Internet; y quizás no se trate tanto de una suposición [de que efectivamente el saber está en ese lugar] como de la anticipación de que voy a encontrar lo que busco (J. A. Miller/1999)

Toda vez que acudimos a un buscador temático de la Web, estamos (en realidad) formulando preguntas. Una búsqueda es un proceso de formulación de preguntas, que van a ser volcadas sobre un directorio temático, casi con la certeza (la anticipación, dice J. A. Miller) de que allí­ serán respondidas.

Para un espíritu cientí­fico todo conocimiento es respuesta a una pregunta. Si no ha habido pregunta no puede haber conocimiento cientí­fico. Nada viene solo, nada es dado. Todo es construi­do / Gastón Bachelard, La formación del espí­ritu cientí­fico.

Cuanto más precisión consiguamos en la formulación de las preguntas, más estaremos cerrando el foco sobre el tema de nuestro interés. Sin embargo, ya hay construcción de conocimiento en el proceso de construcción de preguntas. Y una parte de ese conocimiento tiene la impronta de la fugacidad a la que se refiere la verdad alojada en el saber de si mismo sobre la que trabaja el psicoanálisis.

Probablemente por esta razón, en un proceso de búsqueda de información que pueda alimentar nuestro conocimiento, tropezamos con saberes que no buscábamos, pero que contribuyen a formarnos una sensación de saciedad respecto de nuestras interrogaciones.

Este fenómeno, al que se lo conoce como serendipia, constituye una de las bases de la visibilidad del conocimiento en la Web.

Desde tiempos inmemoriales, hemos trabajado con modelos simplificados de la realidad —órbitas elí­pticas, estamentos sociales, trayectorias parabólicas, tallas de pantalón— Todo lo que no funcionaba utilizando estos mecanismos era considerado cercano al caos. Este modelo de pensamiento ya no nos sirve para comprender lo que pasa.

Ha comenzado a gestarse una cultura que no piensa en el universo como un reloj sino como archipiélagos de orden en un mar de caos: la cultura de la complejidad. Denise Najmanovich / Redes, el lenguaje de los ví­nculos.

¿Podremos seguir abordando la transferencia de conocimientos sin despojarnos de ciertos paradigmas, sin desecharlos —en el estricto sentido del término — a la manera de lo que se deja de lado porque ya no tiene utilidad alguna?

© Daniel I. Krichman / Mina Clavero / Febrero 14 de 2003.-