Discurso y Tecnologí­a

Este trabajo de Jerome Murat representa una excelente metáfora de lo que para mí­ debe ser la mediación de la tecnologí­a en la educación y en cualquiera de los órdenes. Para decirlo sin ambages, el mensaje, lo que se cuenta, siempre es subordinante (cualquiera sea el ámbito gramático donde se genere), porque es la esencia, lo humano de primer orden, lo que corresponde a la pura subjetividad. Observen que este aspecto jamás está interrumpido por el discurso tecnológico. Por el contrario: el formidable despliegue que se adivina detrás de la puesta, sirve para reforzar la emoción, subrayar (la música, el sonido), hacer transiciones dramáticas en el relato (las luces) o ponerle el toque de ruptura surrealista a la historia. Lo tecnológico queda en un segundo plano, expresa su presencia a través de lo que intuimos detrás del tít­ere, pero no tiene un rol protagónico directo. Subsidiariamente, esta opacidad refuerza el aspecto humano del relato. Nuestra subjetividad también es opaca.

En estos dí­as, cuando las discusiones sobre el valor de la tecnología aplicada a la educación y las comunicaciones tensan los arcos entre partidarios de uno y otro criterio, me pareció que este trabajo es un buen ejemplo de lo que sostengo.