El desafí­o que viene

Las TICs como fenómeno transversal

Por Patricia Bertolotti.

Rechazadas por unos, endiosadas por otros, las Nuevas Tecnologí­as han llegado para quedarse. No ya como una herramienta auxiliar imprescindible (como lo es la computadora) sino por las transformaciones que el mundo digital, sumado a los cambios económicos generados por el proceso de globalización, imponen a la vida actual.
Un fenómeno que trasciende a la informática y la computación y atraviesa transversalmente al seno mismo de la sociedad. Ya sea para incluirla en este mundo sin fronteras, o para dejarla inexorablemente excluida de él.

Ahora bien, ¿Qué son concretamente las Nuevas Tecnologí­as de la Comunicación (TICs)? Se denominan TICs a todas las tecnologí­as digitales de comunicación, en un concepto que va más allá que de la posibilidad de conectar a una computadora a la red Internet, sino que implica la aparición de una nueva sociedad mediatizada por esto que Negroponte denominó la revolución de los bits o el ser digital: «Cuando se habla de computación — dice —no hablamos de computadoras, sino de la vida misma».
Y aunque parezca exagerado, no lo es.

Las presencia de las TICs en nuestra vida cotidiana (sumada a la consolidación del proceso de globalización económica que marcó el final del siglo XX) implican el cambio de varios paradigmas y de un proceso de transformación profunda que abarca todo el espectro de las ciencias y las artes.

Si bien las innovaciones tecnológicas no son determinantes de los cambios por si solas, lo son como integrantes de un sistema de relaciones con un conjunto de factores sociales, territoriales, políticos y económicos.
Estas transformaciones derivan no sólo de los cambios en los modelos de producción, sino también de las prácticas de consumo individual y colectivo. Estas relaciones se encuadran, simultáneamente, en el contexto del surgimiento de un nuevo modelo de organización económica y el modo de desarrollo informacional y de la reestructuración de los modelos sociales.

Estos cambios abarcan un espectro tan grande que va desde la economía — transformada a partir de los nuevos modelos de producción y el avance del proceso de globalización — hasta la psicología (ahora con una nueva percepción del yo y del cuerpo a partir de la aparición de la realidad virtual). Todo comienza a re-pensarse.

En lo filosófico los debates se centralizaron en temas como la realidad virtual y la nueva concepción de un mundo global; el arte dio un giro con el net art y el arte en red, mientras que el mundo de la literatura se sacudió por la aparición del libro digital, la literatura interactiva y las nuevas formas del mercado editorial. Las cyberculturas comenzaron a tomar protagonismo y la arquitectura comenzó a adoptar un concepto más flexible, transformador y adaptado a los constantes cambios del entorno. Y hasta surgió una materia nueva: la arquitectrónica que estudia las relaciones entre el espacio presencial y el virtual.

Pero es en el proceso comunicacional donde las TICs calaron más profundo. Es que la comunicación digital subvierte el tradicional esquema de la comunicación: emisor- mensaje-receptor; ya que, a partir de las posibilidades que brinda este soporte, cada receptor puede convertirse no solo en emisor sino que además puede convertirse en fuente de información. Así las cosas, el sistema toma un grado de complejidad tal que su decodificación o deconstrucción requiere de más de una disciplina.

La capacidad que cualquier internauta tiene para recopilar, procesar y emitir información, junto la posibilidad de interrelacionarse e interactuar con otros emisores del ciberespacio a tiempo real, rompe los antiguos esquemas de poder en el que unos pocos controlaban un gran volumen de información que difundí­an con cuentagotas según lo precisaran los intereses políticos, económicos o sociales del momento.

Este nuevo paradigma comunicacional revoluciona en forma directa las estructuras de poder y plantea nuevos desafíos para la construcción de la representatividad en el mundo de la política.

Estos cambios serán las bases de la Sociedad de la Información, (tal el nombre con que algunos estudiosos denominan a esta fase de desarrollo social del Tercer Milenio).
Un fenómeno al que no se puede ser indiferente, estemos o no de acuerdo con él.

Hay que tener en cuenta que las TICs no son ni buenas ni malas en si mismas, pero tampoco son neutras. Depende de nosotros — de cómo nos sumemos a ese proceso — que quedemos dentro o fuera de él.

Y ése es el principal desafío de los tiempos que vienen.