Forma y contenido: ¿Aceptas?

Hace unos días tropecé con este video en La Tribu Virtual. Me parece imposible que alguien pueda verlo y no estremecerse. Ese fue el primer momento.

El segundo fue comentar que a ese cuerpo de sentencias que le faltaba una: Acepto que después de recuperar el equilibrio emocional por haber escuchado/leí­do estas cosas todas juntas, seguiré haciendo mi vida como hasta ahora lo he hecho.

El capitalismo es un sistema perfecto. Ha conseguido que se puedan decir cosas como estas a gente anestesiada, publicarlas en los propios medios del sistema y que, del otro lado, digamos como yo lo hice: ¡Terrible!…

Y no solamente eso. Si se leen los comentarios que suscita el video, podrí­a decirse que el efecto que produce es una mezcla de culpabilización y perplejidad. Ambas: emociones paralizantes. Muchas personas se sienten obligadas a exponer públicamente qué están haciendo para no aceptar… y siguen en lo suyo.

Lo curioso es que pareciera que la intención de los autores (el declarado anónimo que lo escribió bajo el shock el 11S y quien realizó el video montaje) fue la contraria.

Cristina Corea decí­a que el saber es consustancial con la escasez. Un concepto a la vez, una imagen a la vez, probablemente tuviera mayor penetración en la audiencia. Sin embargo, nada garantiza que ese formato tenga un efecto movilizador.

Para armar este cuadro intervienen muchos factores, propios de la llamada Sociedad de la Información: el dispositivo mediático en si, la indiscrimación de la audiencia sobre la que se vuelca el video, la superabundancia de mensajes atravesando el espacio virtual-simbólico de la sociedad, una subjetividad tomada (cada vez más) por el pragmatismo moral (si lo hago yo es una picardí­a, si lo hace un funcionario es corrupción), valores cada vez más difusos y prácticas cada vez más complejas (por nombrar los que tengo más a mano).

De tal suerte, forma (mensaje mediático) y contenido (enunciación de situaciones que produce el sistema capitalista) concurren juntas para que, lo que en la superficie parece una voz lanzada al ruedo para conseguir adeptos a una causa noble (resistir?), termine siendo parte del operativo encubierto de silenciamiento.