Gestos de amor potachovizados

—¿me perdí de algo?… ¿por qué tienen esas gafas en el Twitter?

—….

—che, es una secta, un grupo o qué, eso de los anteojos en los avatares?

— ja!… estamos potachovizados!

—¿potaqué?

—es que pertenezco a un club muy exclusivo, una membresía a la que sólo se accede por invitación de Pedro…

—daaale… no jodas

—gesto de amor, eso es.

—contame

—Raro, ¿no? alguna gente lo percibe como un desarreglo… para Pedro, es mucho más seria la cosa:

Si el año 2007 fue para mí de iniciación y el 2008 el de las redes sociales, el 2009 fue el de Twitter, el de la conexión móvil y el de la desvirtualización, culminando en Granada con el #grbtuits, una reunión agradable con personas que sólo conocí­a de la red.

Decidí para mí, sin proclamarlo, que estaba harto de palabras, vueltas y más vueltas, y de teorías, propuestas y hasta de manifiestos, y que en 2010 mi trabajo con TIC iba a ser, en palabras de Potâchov «más de andamio —de laboratorio, quizás hubiese escrito yo— que de despacho«, más en imágenes y hechos que en palabras y propuestas.

Así que, para mí, «potachovizar» es hacer lo que Potâchov, actuar en la práctica -y en la plástica-, mirar más allá de los despachos, cambiar las cosas día a día, compartir lo que se hace, lo que se encuentra y lo que se opina, mantener viva la curiosidad, la ironía y el aprecio a los estudiantes.

Y «potachovizad@s» son aquellas personas que lo hacen, o lo intentan y a quienes hago visibles con un pequeño cambio de imagen, que es también mi homenaje personal.

A menudo convivimos con imágenes equí­vocas en nuestro pensamiento. Una red, decimos, y pensamos en una configuración de pelotitas que se representan como puntos unidos por lazos iguales que van de uno a otro nodo —imaginamos— organizados por el azar.

Esa representación parece corresponder más a la de la infrared (la infraestructura sobre la que se despliega la red).

Es que sobrellevamos la contaminación del dominante discurso tecnológico. Una red de personas es intercambio y es diversidad. Es un flujo de conversaciones en la que no todos los nodos son iguales y no todas las conexiones son iguales. Tampoco todas están habilitadas para que el flujo corra en uno y otro sentido. Y tampoco el azar determina toda la organización. A menudo es el trabajo de alguien el que lo hace.

Si bien uno de los rasgos donde la red se diferencia de una estructura está marcado por el carácter lábil de las relaciones que se establecen entre los nodos, no es menos cierto que algunas personas construyen con paciencia para que ese ví­nculo sea cada vez más sólido y menos etéreo.

Eso es un gesto de amor. Esa es la impronta de Pedro Villarrubia en la red.

El club de lxs potachovizadxs, es una de las experiencias más tiernas y acogedoras en las que me ha tocado participar en los (más de quince) años que llevo como residente virtual.

—¿gesto de amor? ¿no será mucho?…

—¿te parece mucho?… mirá alrededor tuyo… ¿cuánta de la gente que tenés en tu red dejarí­a un momento lo que está haciendo para contestar a conciencia si le hicieras una pegunta… ¿y de los que viven en tu cuadra o en tu edificio?… convengamos entonces que no se trata de condiciones que crean las relaciones virtuales… sino de un modo de habitar estos tiempos.

—mh…

—ahora repasá el listado de los dirigentes sociales, de los jefes del trabajo, de los polí­ticos… La mayoría de ellos, si se dignaran a atenderte, se excusarí­an disculpándose porque están ocupados tratando de darte un mejor servicio, de atenderte mejor… así­ de esquizo.

—mh…

—ahora decime cómo le llamarías vos a lo que hace un tipo que toma de su tiempo para hacer algo para vos, sin que se lo pidas, porque quiere reconocer lo que vos hacés por otros

—¿gestos de amor?

—tal cual.

(gracias Pedro, por pensar que yo merecí­a ser potachovizado. Sé que debí­ haber hecho esto hace algún tiempo. Gracias por el obsequio y por el abrazo!)
 
 Actualización a diciembre de 2017: Hace unos días Pedro publicó en su blog un post conmovedor a propósito de este, siete años después.