La imagen como relato en el relato
[…] Los hombres dan un sentido a su manera de escribir; con palabras, la escritura crea un sentido que las palabras no tienen en un principio.[…]
[…] se trata de saber también si se debe enseñar algo que sea del orden de la duda o de la verdad. ¿Y cómo escapar a esa alternativa? Hay que enseñar la duda unida al goce, y no al escepticismo. […] / Roland Barthes
Cuando el texto escrito no alcanza, el narrador necesita acudir a la imagen. Pedir su palabra prestada a lo visual. A los volúmenes, a las topologías morfológicas, al color, a la perspectiva, a los claroscuros donde juegan luces y sombras. Esta técnica, como estrategia narrativa, nombrada en alguna época como multimagen, se apoya en la capacidad evocativa que tiene el cerebro y a cierta manera tan propia como ignota de recuperar la información. Se dice siempre que uno recuerda lo que pasó hace un rato como una película, pero lo que pasó hace más tiempo, se lo recuerda como una secuencia de multimagen. Fotos sueltas, enlazadas por un ritmo que no está escrito en tiempo real.
La hipótesis es que este fenómeno se debe a la forma de archivar las imágenes que tiene el cerebro. La memoria sólo graba lo que la quema, dice Pierre Rey[1]. Guardamos lo que recordaremos como imágenes asociadas a una serie de etiquetas, que son capaces de recuperar toda la información, cuando se las llama. ¿Cómo hacemos esto? Mostrándole al sistema alguna de esas etiquetas. Por esta razón la policía usa identikits.
A las pruebas me remito: Trate, en algún momento del día, de hacer el siguiente juego: Recuerde, por ejemplo cómo es una persona de su familia a la que no puede ver en ese momento, pero de la que tenga a mano una foto. Piense en ella. Vaya ajustando el foco cada vez más, como si el pensamiento fuese una lente macro. Verá que en un punto la imagen se resiste a definirse, a configurarse como tal en la memoria (RAM?) de la imaginación. Haga todo el esfuerzo mental que pueda. Luego, como útima instancia, recurra a la foto. Mírela y verá cuánta data recupera, no solamente de la imagen, sino relacionada con imágenes auditivas, con sensaciones, con perfumes…
La foto, a pesar del pretendido carácter documental que le atribuye nuestra cultura, es una imagen con el tiempo detenido, y por lo tanto irreal. Mucho más dramática, ya que el movimiento en el devenir suaviza y ablanda rasgos y gestos, porque no nos permite hacer foco en cada cuadro. Lo que hacemos, en un relato de este tipo, es usarla como estrategia para disparar las imágenes que habrían de superponerse con las que emite el texto, allí donde eso no era esperado, como dice Roland Barthes. Unas veces reforzando un significante, otras provocando colisiones u oquedades. Este juego genera otro tiempo, diferente del real, que es el tiempo narrativo y está configurado en un formato que —como vimos— resulta propicio para el despliegue de la emoción.
Cuando se agrega una banda sonora, ésta funciona como organizadora del relato, agregando una tercera dimensión, que juega obturando (sobreescribiendo?) las sonoridades mudas que las imágenes hacen resonar en nuestra interioridad. Hay que recordar que el sonido, en el historial humano es probablemente la primera percepción que tenemos de lo otro, (el latido del corazón materno) y esa reminiscencia, inscripta en alguna parte del ser sensitivo, resulta finalmente una gran ayuda para ensamblar significantes del propio universo imaginario-simbólico.
Este relato fue elaborado con estas premisas. El texto es la primera parte del poema 1964 de Jorge Luis Borges.
Trabajar con un banco de imágenes
El poema de Borges, tiene una gran potencia metafórica. Resulta, por lo tanto, muy adecuado para realizar este ejercicio de sumarle imágenes a las imágenes o superponer un relato (el visual) a otro (el texto).
La técnica es sencilla, pero requiere de un espacio propio para desplegarse con eficacia: Se trata de leer con cuidado los versos y separarlos, según la percepción que cada uno tenga del ritmo. No importa lo que haya querido hacer el autor. Su texto formará parte de un nuevo relato, que tendrá un valor narrativo diferente.
Una vez definidos los segmentos, hay que identificar la imagen más fuerte de cada uno y reducir esa imagen a un sólo término. Esa palabra será la etiqueta para buscar en el banco de imágenes. Hay que decir que cuanto más abstracta sea esta etiqueta, más posibilidades tenemos de intersectar con nuestra búsqueda, la subjetividad del fotógrafo: Todos compartimos una imagen predecible respecto al significante puerta. Pero es interesante investigar cómo significan otros el término adentro, o ingresar. Normalmente en este nivel de tratamiento, el resultado de la búsqueda muestra una diferencia.
Como banco de imágenes, utilizamos Flickr en general o el sitio del fotógrafo austríaco Peter Shanks, porque ofrece imágenes con mayor nivel de elaboración, bajo la licencia Creative Commons.
[1] Pierre Rey. Una temporada con Lacan – Seix Barral – Barcelona 1990.
Antes de inicar el Paseo, visité el Tilo de Olivos por simple curiosidad, al saber que venía con olor a poleo y peperina de mi querida Traslasierra.
Ahora, por esas casualidades que crean causa, estoy aquí leyendo por la profundidad de tus conocimientos y sospechando que no he llegado a tocar fondo.
Sin embargo, se aprende. Sí que se aprende.
Al leer la experiencia con la foto para ajustar los recuerdos, pienso que la memoria es más desmemoria que otra cosa.
Pero se trata de hablar de la imagen y la palabra. De mostrar cómo cada una ocupa su lugar y su función.
Voy a leer el texto de Borges y ver qué me pasa hoy, con tal lectura.
Daniel:
Entonces, es maravilloso que el medio más cercano que tenemos para acceder al lenguaje sea además «sacar límites, imaginar cartas de viaje, para atravesar futuros paisajes». Así como lo hacemos los que por este otro medio estamos aprendiendo nuevas formas de escribir y leer.
Saludos
Alvar
Alvar:
De alguna manera, «deslindar» (sacar límites), «cartografiar» (imaginar cartas de viaje) incluso (para atravesar) futuros paisajes; son funciones del lenguaje. Igual que aprender y enseñar, narrar o anudar sentidos. Escribir no implica inevitablemente significar. Pero suele ser (para los que nos formamos trabajando con la palabra escrita) el medio más cercano para acceder al lenguaje y hacerlo.
Gracias por tus elogiosos comentarios. Como ya lo he dicho en otros espacios, lo maravilloso es que podamos intercambiar de esta manera.
Un abrazo grande.
Daniel.
Quisiera tomar prestadas estas palabras
«Se trata de leer con cuidado los versos y separarlos, según la percepción que cada uno tenga del ritmo. No importa lo que haya querido hacer el autor»
y agregarles estas (que también tomé prestadas)
«Escribir no tiene nada que ver con significar, sino con deslindar, cartografiar, incluso futuros paisajes.»
y decirte que cuando leer se convierte en conectar, en enlazar con más de una cosa indefinida el entendimiento (el autor, el lector, la memoria, los deseos, etc). aparecen las sutiles pero palpables potencias de nuestras posibilidades.
Así. Lo que cotidianamente le pedimos a los alumnos, lo que cotidianamente hacemos en nuestra vida diaria, demuestra ser algo más que simplemente una interpretación o una función del intelecto.
Como otras veces, me maravillo de tus escritos.
saludos
Adriana:
Siguiendo con tu metáfora de los caminos que se cruzan, encontré primero tu post que este comentario. Allí te dejé una respuesta y una propuesta. Me gustó lo que hiciste y me alegró saber que lo que escribí te ha resultado útil. Podemos darle una vuelta de tuerca más, si tenés ganas… Me alegra poder intercambiar, y, aunque esto podría ser motivo de otro post, hay que anotar estas posiblidades entre los logros del Tren de la Web 2.0.
Un beso grande
danielk
Daniel, tu artículo me dio mucho para cortar, lo he leído y me pareció espectacular. Tanto para trabajarlo con mis alumnos en las clases como también para mí. Armé un relato del relato en mi blog. Espero que te guste.