La Red Humana

Conforme las tecnologí­as facilitan una descomunal generación de datos en todos los órdenes y de todos los niveles imaginables, el enfoque enciclopedista de la educación se muestra cada vez más ineficiente para sostener su discurso: No educa porque no forma, no explica, no ayuda a comprender lo que sucede, no estimula a buscar caminos alternativos frente a la dificultad. Sabe cada vez menos acerca de la libertad, de la igualdad, de la fraternidad y se va despoblando de contenidos casi tanto como las escuelas lo van haciendo de niños.

El anterior es un párrafo de El pozo invertido que escribí en julio del 2003 en el espacio editorial de la red Aprender y Cambiar, y volví a publicar en este blog. Por aquellos tiempos solí­a usar una definición que separaba las aguas:

Internet es una red de máquinas conectadas, falta construir la red humana que la complete y llene de sentido.

Nada sabí­a entonces de los blogs ni mucho menos del advenimiento de la Web 2.0 y su orientación hacia las redes sociales. Hoy, a medida que crece el flujo de docentes que se encaminan hacia las diferentes propuestas de capacitación sobre mediación de TICs en la enseñanza, vamos entrando en tema y empezando a resignificar aquella expresión.

El proceso de apropiación a las TICs, según lo vamos observando en los casos que seguimos tiene, hasta ahora, dos etapas claramente definidas. La primera, la del aprendizaje y las primeras aproximaciones luce toda la magia y el encanto de lo nuevo, de la apertura hacia mundos insospechados y el descubrimiento de posibilidades que resultan sorprendentes.

El desarrollo de los servicios on line ha alcanzado un nivel tal que ofrece acceso a las herramientas de un modo lo suficientemente amistoso como para que todos podamos configurarlas. Eso actúa reforzando la sensación de potencia en el usuario: Si yo lo entiendo ¿cómo los demás no lo van a entender? Parece una situación llena de lógica. Ocurre porque se han derribado las primeras barreras, las de la creencia de que la tecnologí­a es para otros. El usuario ha iniciado un cambio de posición y ahora se siente un poco más incluido. Empieza a vérselo invadido por una gran alegrí­a. Su entusiasmo lo llena todo. Se vuelve proactivo, encuentra que no es tan difí­cil relacionarse virtualmente con gente que no conoce. El panorama de su propia visión se ensancha. Todo es ganancia y las dificultades que tuvo para llegar hasta donde está ahora, pasan a ser cuestiones secundarias. Si uno no hubiese pasado por esa situación, creerí­a con él que hasta resulta impensable que los demás compañeros puedan no compartir este nuevo universo.

Entonces intenta implementar algo. La capacitación que ha venido ofreciendo el sistema educativo a los docentes muestra un importante corrimiento hacia el plano reflexivo. Implementar es otra cosa. La bajada al nivel de la práctica plantea un tipo distinto de desafí­os porque demanda adecuaciones puntuales a cada situación. Allí­ los modelos devienen sujetos reales que no siempre se parecen al relato teórico, y tampoco las definiciones se ajustan siempre con exactitud a lo que sucede. El mapa no es el territorio. Hace falta transcribir, configurar, enlazar. Y cualquiera de estas estrategias requiere creatividad, reflexión y análisis, prácticas que se tornan muy difí­ciles de gestionar cuando se realizan en soledad.

Con la implementación se abre una etapa que es la contrapartida de la primera: Uno empieza a entender en la propia carne de qué se trata la brecha cultural. Según lo vemos, es una etapa compleja en la que se juega la continuidad.

Pensar —decí­a Ignacio Lewkowicz— es configurar todos los pensamientos que pasan por un punto. Saber, es consustancial con la carencia. El exceso de saber, convierte a éste en información. La carencia ordena. El exceso desordena.

En la información está todo dicho, todo y lo contrario de todo. No hay nada que agregar: Es preciso configurar (Ignacio Lewkowicz / Pensar sin Estado – La subjetividad en la era de la fluidez).

Ya no se trata de pensar el pensar como una actividad de autor a la que estamos acostumbrados. Pensar se ha transformado en un modo de conversación colectiva. Esta es la base de la Web 2.0 y es aquí­ donde esta práctica hace contacto con el paradigma que explica las redes de personas: La verdadera independencia es la interdependencia. Uno no es solo, sino de cara al otro, con el otro y para el otro. Somos esencialmente sujetos sociales.

Necesitamos comprender que este cambio de etapa demanda una transformación paradigmática profunda. Lo más importante no es aprender a manejar las herramientas tecnológicas (cuestión que efectivamente insume tiempo y esfuerzo), sino entender que no se trata de trabajar más, sino de trabajar distinto. Eso significa que tenemos que configurar nuevas prácticas y luego operar sobre ellas para estabilizarlas, de modo que el cambio pueda profundizarse y expandirse.
No hay recetas universales para hacerlo y los modelos generalistas que conocemos no nos sirven. Cada institución, cada grupo etario, cada segmento social tiene sus especificidades. Cada abordaje es singular. Cada experiencia es única. De aquí­ la importancia de encontrar mecanismos de aprendizaje y rectificación a partir de la reflexión colectiva.

La herramienta clave es el coaching pero no en el sentido en que ha sido traducido en muchos manuales donde lo presentan como un equivalente al asesoramiento. El asesor aconseja, sugiere, mira puntualmente una situación y recomienda estrategias o soluciones. El coacher escucha, acompaña, inspira, busca sacar afuera todo el potencial de una persona ofreciendo formación y enseñanza personalizadas. Esto habla de la existencia de un proceso y de una perspectiva de involucramiento. Si con alguna figura es comparable, lo es con la del mentor, con la del que construye los andamiajes que sostienen, a la manera de Vigotsky, el paso hacia las zonas de desarrollo próximo.

En estos dí­as hemos abierto un espacio en una red social destinado a pensar con los docentes que el año pasado nos acompañaron en el Paseo por el parque de las TICs, cómo hacemos para ayudarlos a transitar por la etapa de implementación.

Fuente de la imagen: Flickr