Las redes sociales y el proceso de enseñanza
La pregunta decía: […] ahora, lo que no veo, es la aplicación de las Redes Sociales en el proceso educativo, es decir: cómo pueden ayudar a mejorar los procesos de enseñanza.
Como siempre: una buena oportunidad para pensar.
Creo que una de las maneras de abordar el tema es articulando la teoría del conectivismo de Stephen Downes con otras líneas de pensamiento. Por articular me refiero al significante primero: articular es poner artículos, desmenuzar y mirar cada parte y cómo juega en el armado.
El corpus del conectivismo es lo que soporta teóricamente el funcionamiento de las redes sociales. Downes sostiene que el aprendizaje se realiza construyendo el flujo de información.
Aprender sería —según esto— no solamente una experiencia de enriquecimiento instrumental u operativo sino de expansión lingüística: un recorte que se produce, dentro de ese flujo vinculado a los propios intereses del sujeto.
Jacques Rancière, en El maestro ignorante, afirma que la función del maestro es sostener al alumno mientras encuentra lo que está vinculado con sus propios intereses.
Está claro que los intereses a los que se refiere Rancière, la mayoría de las veces, son distintos de los que vienen expresados en la currícula que diseñan los funcionarios del ministerio.
Esto describe casi como un imposible lógico el esquema actual de la enseñanza: es impensable, según las teorías actuales del aprendizaje, que se pueda ofrecer un modelo homólogo para que aprendan sujetos singulares. Por eso es aburrida la educación para los pibes. La preservación del modelo sólo se entiende desde una perspectiva de control social y no como estrategia de enseñanza. Pero esa es otra discusión.
Desde la teoría psicoanalítica, el saber es primero un saber acerca de uno mismo. Desde esa perspectiva se aprende, porque es la posición desde donde se mira el mundo. La subjetividad es una singularidad social: todos compartimos la posibilidad de mirar y significar hechos, pero nadie lo hace igual a otro.
Lev Vigotsky habla de un aprendizaje que se construye mientras también se construye un anillo blando, difuso, en torno a él, al que llama zona próxima de desarrollo. Esta zona es el lecho por donde habrán de fluir los próximos aprendizajes. Sería la parte de la huerta que se prepara para sembrar, aunque todavía no está lista para recibir la semilla. Obviamente esta zona próxima es una construcción singular, que necesita ser andamiada por el docente, dando sustento de realidad a aquello de que hace falta un Otro (simbólico) para que el aprendizaje ocurra. Algunas veces el Otro (simbólico) coincide con el otro (vecino). Otras no.
Finalmente, desde la perspectiva lingüística, sobre todo en el relato que hace Jacques Lacan, el lenguaje falla; siempre está presente el malentendio, no solamente por el carácter polisémico de la palabra, sino por la cuestión de la singularidad en las significaciones: lo que para el docente es bueno puede no significar lo mismo para un alumno suyo.
Si bien el lenguaje falla, porque no puede dar cuenta de toda la experiencia humana, uno se comunica con otros leyendo el texto y también el contexto (el flujo del que habla Downes). Esta falla de sentido también permite que cada uno tenga su versión de los hechos, que un saber pueda ser reescrito por otro para mejorarlo y extenderlo en un proceso colaborativo. Mientras eso sucede, el sujeto puede verificar su inteligencia (como dice Rancière) y el aprendizaje deviene una práctica emancipatoria.
Esa reescritura, en la perspectiva colaborativa, es la zona próxima de desarrollo para alguien. Para decirlo brevemente, las redes sociales son los únicos dispositivos que pueden alojar estos procesos y además preservar un cierto grado de singularidad. Siempre se aprende con otro y, como decía Gastón Bachelard, contra algo: un saber distinto, un prejuicio, una regla. Claro que esto implica un aumento de la incerteza, del ruido, de la imprevisibilidad, de la mutabilidad. Por eso estos entornos resultan indigeribles para los esquemas donde el saber está significado como poder y éste, asociado al control.
Fuente de la imagen cattorce
Gracias Sergio por pasar y comentar!
No hay que ir muy lejos para poder identificar que la construcción de la verdad es un proceso colectivo. Los modelos mentales propuestos que van desde la formación del espíritu científico y el oscuro mundo de los eventos analíticos de Lacan y de la epistemología francesa, pueden perfectamente ayudar a comprender de qué manera la conversación es el caldo de cultivo que permite la construcción de un nuevo río que fluye, construyendo significados compartidos como lo plantea Peter Senge.
De todas formas queda planteaba la discusión sobre cuál es el estado en el cual una verdad temporal ayuda a la construcción de una visión compartida de la realidad para los estudiantes desde un discurso específico.
La docencia universitaria entonces es un ejercicio temporal de digresiones producto o del placer de pensar y compartir los supuestos que están mejor documentados en diálogos que negativos