Mil palabras y una herramienta. 1
En otros artículos, a propósito del ejercicio de mirar multimodalmente el mensaje o pensarlo desde su complejidad discursiva, estuve revisando cómo dialogan las diferentes capas de significado cuando cambiamos de una teoría que sólo dio cuenta del lenguaje hacia una teoría que pueda dar cuenta de la gestualidad, el habla, las imágenes, la escritura, objetos tridimensionales, colores, música, entre otros modos de expresión (Kress 2003, citado por Rodney Williamson en ¿A qué le llamamos discurso en una perspectiva multimodal? Los desafíos de una nueva semiótica).
En el post Mil palabras, recuperaba una parte de un texto de 1988 del semiólogo Norberto Chaves donde relativiza el supremo valor de la palabra como sostén del discurso. Desde 1990, el gran hacedor de esa relativización tiene nombre y apellido: Adobe Photoshop.
Pero no solamente eso. Si pensamos que las herramientas del entorno llamado Web 2.0 están adecuándose cada vez más a las prácticas humanas (apuntando a funcionar casi como extensiones del cuerpo) y que la flecha de la nueva semiótica indica el desarrollo en dirección de una gramática que entiende cada vez más el discurso como expresión de la complejidad humana, por qué no pensar al Photoshop como una excelsa herramienta de la Web 2.0.
Algunos ejemplos servirán para ilustrar cómo el uso de esta herramienta, permite agregar valor a la propuesta comunicativa de una imagen. Esta pequeña serie de posteos trata sobre eso.
La foto que encabeza el post es de Lester LaRue. Las imágenes se refieren a la explosión de una bomba en un edificio de Oklahoma City, el 19 de abril de 1995, hecho que se llevó 168 vidas.
Izquierda: La simple imagen del bombero cargando al niño herido en brazos (Newsweek), está usada como sinónimo de tragedia. Se apela incluso al recurso periodístico de no poner ningún otro titular en la tapa, excepto los datos de ubicación del episodio, como acápite. La imagen del bombero está por delante del logo de la publicación: El rescatista está saliendo de la escena. La publicación data del 1 de Mayo (12 días después del suceso).
Derecha: The Economist publicó (3 días después de la tragedia) otra tapa con la misma foto. El bombero se ve dentro una ventana gráfica. La foto ha sido reencuadrada, reenfocada y el color retocado. Para empezar se han aclarado las sombras que proyecta el casco sobre la cara del rescatista, para dejar ver claramente su gesto compasivo y aumentar el contraste de la situación. El color se ha degradado empalideciendo los tonos de la piel y reforzando el rojo de la sangre para darle a la imagen mayor dramatismo. El fondo de la escena se ha coloreado para resaltar la diferencia entre el humo negro del aire y el pasto, que ahora aparece verde brillante. Se ha agregado un título que refuerza el relato aun cuando no logra eludir lo obvio: Terror en Oklahoma. Al ubicarlo en ese lugar, curiosamente se ha resignado el espacio más valioso significativamente en el campo del cuadro (la derecha, abajo), posiblemente para mantener intacta la imagen del niño lastimado.