Trama, elemento y ceremonia
Qué priorizar en el diseño de Objetos de Aprendizaje
Este post tiene la modesta aspiración de dejar constancia de una reflexión sobre el tema del orden como el crucial punto de anclaje del cambio, en tanto es el depositario del significante central de un dispositivo cualquiera. El sintagma una mirada cierta, no es igual a una cierta mirada, y lo único diferente es el orden invertido del modificador en la sintaxis.
El tema no es nuevo. Ya está prefigurado en los libros sagrados: la tercera partícula del Génesis es un significante de orden: «En el principio fue la palabra». Desde allá para acá es posible verificarlo prácticamente en cualquiera de los modelos que se miren; desde la composición atómica hasta la definición de una red cuando se la contrapone a una estructura jerárquica: En ambas hay vínculos y lugares. La diferencia es que en un caso están jerarquizados y en el otro no. Como resultado de esa diferencia, cambian las propiedades: una estructura es estable, una red es inestable. En una red la diferencia son los elementos mientras que en una estructura la diferencia son los vínculos, ya que los lugares son estables.
Esta idea de cómo se transforma una construcción o un dispositivo cuando se cambia el orden de los elementos que lo componen, puede ser perfectamente aplicada a discutir los valores como entidades que están por encima de todo pensamiento, tanto como las propiedades de las cosas, pensadas como atributos inmanentes y no como resultantes de un ordenamiento.
En realidad, siempre que nos referimos a los valores lo hacemos en un contexto cultural dominante, determinado por un sistema de relaciones económicas como lo es el capitalismo y la llamada sociedad de mercado.
Este cambio de orden, tan temido por los ideóogos del sistema, subvierte, rompe traumáticamente la estructura existente para dar paso a otra, acerca de la cual nada se sabe apriori. No ha de haber término más indigerible para quienes detentan el poder capitalista que la palabra subversión. Sin embargo, también allí habría que introducir alguna de las cuñas de la relatividad.
Recuerdo haber leído alguna vez, en una solicitada que publicó el antiguo diario La Razón, allá por agosto del 83, (cerca del secuestro del controvertido Guillermo Patricio Kelly) cómo el entonces jefe montonero Mario Firmenich defendía el accionar de la organización que él comandaba, amparado en el artículo 21 de la Constitución Nacional, porque «Todo ciudadano argentino está obligado a armarse en defensa de la Patria y de esta Constitución». Curiosamente, las mismas razones invocadas por quienes encontraron en la defensa de la Patria, suficiente justificativo para implantar un Estado terrorista.
Educando al soberano
Este algoritmo permite explicar por qué no funcionan muchas de las cosas que deberían hacerlo, a pesar de que aparentemente se pone mucho esfuerzo en ello. Un buen ejemplo de esto puede verse en el ámbito de la Educación. ¿Cambiaría la calidad de la educación (el ordenamiento) porque se aumente el salario magro de los docentes, o porque se monten salas de informática en miles de escuelas, o se conecte Internet de banda ancha, o se atiborren las bibliotecas de textos y se hagan edificios nuevos? No. Donde habría que intervenir —si lo que se buscara fuera producir un cambio— es sobre la configuración de la trama y no sobre los elementos. La calidad educativa será el resultado de un modo diferente de organizar la educación. Difícilmente advenga sólo como respuesta a una acumulación cuantitativa de cualquiera de los elementos.
Sin embargo —no tan curiosamente— cada vez que se reclama por el mejoramiento de la educación, las autoridades muestran volúmenes de inversión en la materia, y los equiparan a esfuerzos por materializar transformaciones. ¿Desconocen o simulan? Mientras tanto, se hacen contratos fabulosos para comprar equipamientos y construir edificios de dudosa funcionalidad (la provincia de Córdoba, con los IPEM es un buen ejemplo de eso), la mayoría de los dirigentes políticos y sindicales que acceden al manejo de la cosa pública se vuelven súbitamente multimillonarios y las cosas no cambian.
Este modelo de pensamiento con el que se discursea desde las dirigencias y desde los grandes medios (interesados más por labrar la subjetividad colectiva que por informar), coincide con el que promueve la publicidad, expresión máxima de las aspiraciones del mercado: hacerte creer que las cosas no sólo tienen atributos inamovibles en su esencia, sino que son capaces de transferirlas a tu vida.
Una buena manera de discutirle a este discurso en la práctica educativa, es abordar el diseño de objetos de aprendizaje con una lógica de miradas divergentes, que permita desentrañar cómo las construcciones significativas se hacen desde el lenguaje, las ceremonias y los contextos y no desde los elementos. Lacan decía: las máquinas más complicadas no están hechas sino de palabras. Es el que mira quien completa el sentido y nunca el valor es una etiqueta predeterminada que remite a la esencia. Todo es trama y elemento. La mirada, como cualquier intervención, es la que aporta la escala de la escena que se observa.
Pruebas al canto
[…] Vestido sencillamente con un vaquero, camiseta manga larga y gorra se presentóde incógnito para dar un concierto espontáneo a la hora pico de utilización del servicio de subterráneo. Utilizó junto con sus virtudes de violinista, un violín Stradivarius de 1713 valuado en US$ 3,5 millones.
El momento duró 43 minutos. En ese tiempo pasaron por el lugar 1097 personas.
Contra las expectativas de grandes resultados, apenas 1 persona lo reconoció, 7 personas pararon para escuchar sus melodías mágicas y 27 contribuyeron con el artista callejero. Al finalizar, había reunido en su estuche de violín u$s 32, aportados espontáneamente por sus oyentes. Esta contribución estuvo muy lejos de los u$s 100 que habían pagado en promedio quienes concurrieron a su concierto previo.[…]
Así lo cuenta Andrés Ubierna, con el sugestivo título de Un Stradivarius en el subte y desde el mirador de alguien que trabaja en el ámbito de la alta dirección de empresas, concluye:
[…] esta experiencia muestra la importancia de invertir en crear un contexto adecuado y un significativo grado de coincidencia entre lo que ofrece el especialista y lo que busca la gente.
Enrique Quagliano docente y tecnólogo, en Etiquetas, subjetividad y contexto ve el mismo hecho con un sesgo diferente:
Es interesante observar cómo el contexto determina el valor que para muchas personas tienen las cosas: estuvieron frente al mismísimo Bell, pero fuera de contexto, sin etiquetas.
La conjunción de las tres miradas, en mi caso, disparó esta reflexión. El pensamiento es también un modelo de abordaje, una ceremonia del hacer a partir de un agenciamiento. Como se ve, un mismo hecho puede ser el punto de apoyo para pensar cosas bien diferentes.
Educar es, básicamente, crear contextos que favorezcan el aprendizaje. Los esfuerzos para vencer las dificultades aparecen cuando hacen falta, si el contexto es adecuado. Por qué, si no, la gente elegiría subir por la escalera fija, teniendo al lado una escalera mecánica?
Gracias Cristy por pasar. Mucho para pensar acerca de qué enseñamos, ¿no?
Tres miradas, tres lugares, un abanico de posibilidades de expresión: desde aquello que más nos toca, nos llega, nos atraviesa.
Genial la iniciativa.
saludos
Cristina
Saludos, Andrés! Al contrario, gracias por la visita.
Gracias Daniel por la mención y por difundir las reflexiones de este artículo.
Un abrazo,
Andrés
@Raúl Bertone
Muchas gracias por la visita, Raúl!
nos vemos.
Daniel: Pasaba por acá y me quedé un ratito a la sombra del tilo. Estoy pasando este enlace al archivo en línea de mi sitio, para que lo vean mis alumnos. Muy interesantes tus aportes sobre el tema y la recopilación. Nos vemos. Sigo.
@Carmen Martín
Gracias por pasar Carmen, este ejemplo que aportas, utilizando la misma peli, para hablar de la creatividad, no hace más que enriquecer el post. Enhorabuena! Saludos!
Muy interesante tu análisis y totalmente de acuerdo. El contexto es fundamental, el ambiente creado nos ayudará a comunicar mejor o peor. Saludos