Un cambio de posición
Federico Heinz, decía recientemente en su blog: Una de las confusiones más comunes respecto del software libre, es la de considerarlo software gratis. Esta confusión no sólo es dañina para el software libre en si, que ve reducida su filosofía a la mera filantropía de regalar programas, sino para las personas que se acercan a él con una expectativa errónea: en la mente de muchos, lo único que cambia al pasarse a software libre es que ahora no hace falta pagar. Si bien es cierto que los programas libres más populares suelen ser muy parecidos a los programas privativos con los que compiten en términos de uso, las maneras en las que el usuario se relaciona con el software e influencia su desarrollo son completamente diferentes.
Extendiendo esta mirada, que señala el presidente de la Fundación Vía Libre, hacia otros aspectos de la cultura de apropiación de las TICs, yo diría que también aquí se verifica la confusión. En particular cuando esta apropiación debe hacerse sobre herramientas de la Web 2.0: La oferta de cientos, quizás miles de recursos que pueden utilizarse de diferentes maneras, algunos de ellos solapándose entre si en las prestaciones, aunque haciéndolo por vías o principios diferentes; plantean para el usuario un dilema de calidad distinta al de la mera elección.
No se trata de elegir, sino de configurar. Algo que también decía Ignacio Lewkowicz respecto al ejercicio de pensar en ámbitos donde hay sobreabundancia de información: El pensar es configurar todos los pensamientos que pasan por un punto. Ya no es el pensar de autor. Pero para poder pensar así es necesario un cambio de posición mental. Hay que abandonar, como dice Federico Heinz, el paradigma del cliente que paga para que lo atiendan y sustituirlo por el de usuario o hacedor. Hay que convertirse en un go getter.
¿Se podrá? Yo creo que no es imposible, pero es difícil, que no es para cualquiera la bota e’ potro, como se dice en el campo. Se trata de un cambio cultural profundo que va a contrapelo del discurso dominante de la sociedad de consumo, que tiende a asociar tenencia de objetos-confort-y-enajenación de problemas, y necesita generar hábitos de dependencia en los consumidores, para que no se vayan de ese lugar.
Salirse de la posición pasiva de cliente que (pagando con dinero o no) espera siempre ser servido por el Otro Dador (así, con mayúsculas, porque no hablo del vecino sino del proveedor, con toda su carga simbólica), requiere de un sujeto más dueño de si mismo, con capacidad y disposición para tomar decisiones un poco más autónomas, para trazarse un camino, unos objetivos, para esbozar una estrategia de abordaje y sostenerse en las dificultades que necesariamente van a aparecer en cuanto abandone el mapa y se interne en el territorio.
Me refiero a la dis-posición de aventurarse a pensar configurando o de poder meterse con las herramientas de la Web 2.0 y armar un dispositivo casi de autor, al servicio de unos objetivos previamente delineados. Freud decía que había algunas profesiones que eran imposibles: educar, gobernar y curar. Uno podía saber de antemano que todo lo que se hiciera al respecto no iba a alcanzar para conquistar los objetivos. Siempre haría falta más. Algo de eso me parece que también sucede con este tema. Para apropiarse de las TICs hace falta un cambio de posición como sujetos, frente a las herramientas. Y mucho trabajo en el plano paradigmático. Y no estoy hablando de una posición en la Vida… ¿O sí?
La imagen es de FlickrCC
Enrique:
Vos sabés que no soy partidario de que la discusión acerca del software libre vs propietario impregne el debate sobre la aplicación de las TICs como mediadoras de la educación. Lo cual no implica dejar de lado las posiciones que cada quien sostenga al respecto. Creo que aquella es una discusión sobre modelos de negocios y ésta corresponde al ámbito de la soberanía educativa.
Lo más preocupante desde mi punto de vista es que este «no aventurarse a pensar configurando» o el pasaje a los «enlatados libres» como decís, habla de la chatura generalizada que nos ha ido ganando como sociedad en general y como comunidad educativa en particular.
Pareciera que, cuando más a la mano están los recursos para generar un debate formidable sobre la calidad educativa, sobre el tipo de ciudadanos que queremos contribuir a formar, sobre cómo nos pensamos como país y como región en los próximos cinco a diez años, la discusión se nos ha vuelto una tarea tan ardua que nos queda grande…
Me recuerda al elefante aquel que de chico lo mantuvieron atado todo el tiempo con una cadena y un cepo que nunca pudo romper. Creció habiendo aceptado que su vida era estar atado. Nunca intentó irse, aunque el amo ahora lo mantenía junto a él simplemente con un cordelito atado a una estaca…
La diferencia es que de los docentes se espera que ayudemos a pensar a los pibes… ¿Era eso?.
Un abrazo y nos hablamos para encontrarnos
danielk
Hola Daniel,
Hace un tiempo escribí algo al respecto, analizando un artículo bastante tendencioso de La Nación Tecnología. Stallman lo explica muy bien cuando habla de la confusión con el «free» inglés: no es lo mismo «libre» que «gratis». Hay que ponerlo en contexto.
Y sí, efectivamente, me parece que es una cuestión cultural. De hecho, muchos docentes están pasando de programas «enlatados pagos» a «enlatados libres», porque no se meten con la configuración sino lo necesario, y mucho menos con el código. A mi me tocó pasar por la caída de un proyecto con Linux en una escuela, simplemente porque había que capacitar personal y no era «políticamente conveniente» en ese momento.
Te dejo un abrazo. Ojalá podamos repetir un café pronto,
Enrique