Una centésima de segundo

El resultadismo parece haber invadido todo. Lo importante es cuánto, nunca cómo o a qué precio. Cuanto mayor es el resultado, mayor debe ser el éxito que se infiera. En ese camino poco importan los modos o la performance, porque todo está justificado bajo el paraguas de la maquiavélica subordinación del fin a los medios. Hasta que un dí­a aparece un lí­mite. Y ya no se puede seguir festejando el éxito. Este corto habla grotescamente de eso. No solamente de la fama.