Una experiencia de abordaje multidimensional

A propósito de un intercambio de e-mails en la desaparecida lista de correo [argentinaposible]

Advertencia necesaria:
La idea de estos textos apareció a partir de un debate ví­a correo electrónico. Solamente aspira a promover un tema al que muchas veces aludimos y no siempre abordamos como objeto de reflexión.

ver Apropiación y conocimiento

Recuerdo una conferencia de Jacques-Alain Miller contando acerca de los esfuerzos de Lacan por convertir el psicoanálisis en una ciencia que encajara en el formato de la ciencia aceptada por la ciencia y me parece revivir la sensación de abrumadora incomodidad que me produjo la imagen: El Maestro, que transgredió todo lo que se podí­a transgredir, tratando de que lo admitieran, que admitieran su saber, que admitieran el status de su saber, aquellos que en última instancia quizás él despreciaba… Entonces vinieron a mi mente, en cascada, una cantidad de preguntas: ¿Cuántas veces discutimos con excesiva certeza y dejamos muy poco espacio para la duda? ¿Cuántas veces repetimos con demasiada seguridad aquello acerca de lo que no sabemos realmente? ¿Cuántas veces descalificamos lo que no encaja en los patrones de nuestros paradigmas?

El relato que sigue es absolutamente real, se refiere al tema y pretende mostrar cuánto ganamos en cuanto nos animamos a despojarnos de ciertos paradigmas.

Todo empezó a propósito de la pelí­cula Matrix, hace unos años. La primera vez que la vi, me costó comprender muchas cosas. Me quedó una escena, casi al final, y eso me decidió a buscarla hasta que conseguí­ comprarla. Eran otros tiempos. Eso está claro.

La historia cuenta básicamente que un tipo (Neo) es El Elegido para liderar una situación de cambio revolucionario en un medio muy opresivo, pero él se resiste a creerlo. Simplemente no acepta que él sea El Elegido, aunque no puede explicar algunas evidencias que aparecen a favor de este hecho. En consecuencia, muchas de las cosas que hace, no funcionan cuando las encara desde lo racional. En todo momento aparece la sugerencia de que algo así­ como un saber oculto (¿inconsciente?) se contrapone con algunas cosas que él piensa racionalmente (conscientemente).

El que trabaja para ayudarlo en ese tránsito (del no creer- al creer) (Morfeo) le explica todo el tiempo, que la base última del resultado de todo lo que haga para enfrentar al enemigo es que crea que él es El Elegido. No se trata de dominar técnicas o instrumentos. Es creencia. Pura creencia. Hasta que en una situación casi extrema (a Neo le meten una cantidad de balazos como para convertir a un mamut en un colador), y cuando está a punto de morir, una oficial de esa pequeña escuadra a la que él pertenece, en lugar de llorarlo y lamentarse, se reclina sobre la cabeza del Neo yaciente y le dice: Yo fui a ver a la Pitonisa (otro personaje clave de la historia) y todo lo que me dijo se cumplió. Y también me dijo que me enamorarí­a del Elegido. Vos tenés que ser El Elegido, porque estoy enamorada de vos… Y el tipo revive. Este argumento demuele sus resistencias, se levanta y hace lo que tení­a que hacer.

Creencia sobre creencia. Me pareció una alegorí­a perfecta para hablar del tema cuando tuviera que hacer un curso o explicar de que se trata esto de creer. Fui y compré el video. Vi la película un montón de veces y en cada vuelta le fui encontrando sentidos cada vez más profundos y eso hizo que cada vez me sintiera mejor de haber tomado aquella decisión.

Una vez invité a Teresa, mi pseñora (psi+señora) y en la mitad de la pelí­cula se levantó y se fue, argumentando lo primero que se ve: que le parecí­a extremadamente violenta.

Ella no comparte muchas de mis lecturas y tampoco ha leí­do mis libros. Tiene, en mi criterio, una fomación sólida en lo suyo. No pocas veces, descubrimos que tenemos el mismo foco en una cuestión, aunque miramos con lentes diferentes.

Hace un año, cuando Julián tení­a siete recién cumplidos, se me ocurrió sentarme con él a mirar la película. Ni hablar. Salió caminando por las paredes, con un nivel de exitación, que al principio me hizo pensar que habí­a sido un error exponerlo a semejante estimulación. Pero me sirvió para hablar de muchas cosas con él. Realmente lo impactó de una manera excepcional, y hoy me alegro de haberlo introducido en el tema de ese modo.

Entonces sobrevino la batalla por que lo dejáramos verla de nuevo. Unas veces sí­, muchas veces no, hasta que admitimos que pudiera verla solo. Lleva un año viendo la pelí­cula por lo menos una vez cada quince o veinte dí­as. Ahora ha empezado a interesarse por el inglés, porque conoce todos los diálogos y ha ido preguntando por las traducciones. No solamente aprendió a leer rápido el doblaje, sino que ahora empezó a escuchar cómo se dice tal o cual cosa en inglés.

En esa pasión devoradora de imágenes y estí­mulos audiovisuales, la enganchó varias veces a la madre para que la vieran juntos.

Entonces un dí­a: Bingo! Teresa se enteró —ví­a un seminario que estaba haciendo por Internet— que alguien habí­a escrito algo con una mirada psi de la pelí­cula Matrix. Fue leer el texto y volver a ver la película. Una y otra vez. El texto habla en forma muy suscinta y muy precisa de la construcción de los personajes y las situaciones, desde una óptica psi en su vertiente lacaniana. Hoy me resultarí­a imposiible separarlo de la pelí­cula, aun cuando no podría repetir de memoria más de dos de los conceptos que contiene. Para hacerlo breve: La que está shockeada ahora es la madre de Julián. Lo último que escucharon mis oí­dos atónitos fueron cosas como: Es realmente espectacular el nivel de elaboración de significantes que tiene esa pelí­cula. Cada dí­a me gusta más, Morfeo es el Padre propiciador.

Y, por supuesto, si Julián interrumpe cuando la están viendo, lo manda a callar…

Cosas vedere Sancho que non credere

Lo curioso, es que cada vez que se oprime la tecla play en la videocasetera, la pantalla del televisor de mi casa muestra la misma película que hace un poco más de tres años compré en una mesa de saldos del Blockbuster, para tener alguna documentación sobre la Creencia.

© Daniel I. Krichman / Mina Clavero / Febrero 14 de 2003-